Desde Chile al mundo: una plataforma educativa cruza fronteras

30 de Junio de 2025

La Tercera, 30 de junio de 2025.

Una fundación chilena, una cumbre y un museo en Medio Oriente.

Tres puntos distintos, pero con un fin común: la educación puede renovarse cuando trabaja a la par con otras disciplinas, sectores y culturas. Es en ese cruce de caminos donde Aprendo en Casa, una plataforma local creada por Fundación Reimagina que ha captado el interés internacional por su enfoque regional, tecnológico y, particularmente, comunitario. Recientemente, Aprendo en Casa fue elegida como finalista del WISE Prize for Education, uno de los reconocimientos más importantes e n el mundo de la innovación educativa. Au- relio Amaral, Director de Programas en WISE (World Innovation Summit for Education), y Hezem Idriss, director adjunto de desarrollo comunitario en Qatar Museums, estuvieron en Chile para aprender más sobre el proyecto bajo el paraguas de la versión 2025 de “Years of Culture” Qatar-Chile. Como parte del programa, vieron el desarrollo de un pro- totipo que busca personalizar la formación docente a partir de inteligencia artificial, y así establecer nuevas rutas de colaboración entre Chile, Qatar y otros países.

Más allá de la sala de clases

Para Amaral, pensar en educación significa entender que los colegios no pueden hacer las cosas solos. “Un ecosistema de aprendizaje surge cuando distintos actores, así como museos, bibliotecas, fundaciones, universi- dades o empresas, asumen que educar no es solo labor del sistema escolar, sino de toda la sociedad”, explica. Desde WISE, han impul- sado esto en distintos paises, identificando redes colaborativas que ayuden a sostener procesos educativos a largo plazo. AprendoLab, el proyecto piloto chileno impulsado por Fundación Reimagina con el apoyo de WISE, se destaca por su propuesta de rutas personalizadas para la formación docente, hechas con contenidos provenientes de más de 80 organizaciones de ocho países. Con la utilización de IA, la plataforma adapta esas trayectorias formativas a las necesidades de los profesores, permitiendo experiencias más pertinentes, escalables y medibles. “El valor está en la combinación”, señala Amaral. “La plataforma tiene respaldo técnico, pero también sensibilidad local, porque surge desde Chile, se prueba en tres paises (Chile, México y Ecuador) y tiene como objetivo crear herramientas que puedan ser útiles para toda la región”, apunta.

Aprendizajes en colaboración

Una de las cosas que más sorprendió a los representantes internacionales es la cultura de colaboración que existe en la región, particularmente en Chile. “Hemos visto fundaciones con capacidad financiera trabajar junto a ONGs más pequeñas que conocen bien el territorio y esa alianza de escalabilidad y cercanía, es muy poderosa”, dice Amaral.

El modelo que impulsa Fundación Reima- gina apunta a conectar capacidades distintas, promover vinculos intersectoriales y crear soluciones educativas que respondan a los desafíos de las comunidades. “Cuando el sector público, privado y filantrópico se organizan, los proyectos no solo funcionan, sino que pueden crecer con legitimidad”, a g r e g a . Sobre el efecto que tuvo la pandemia, dice que en esos años “aprendimos que la tecnología es útil, pero no lo resuelve todo”.

Señala que “la educación en línea mostró posibilidades, pero también limitaciones y lo esencial fue, y sigue siendo, el rol de los docentes, la comunidad y los espacios de confianza”. “No hablamos de recetas perfectas, sino de proyectos que vale la pena acompañar, que tienen historia, conocen sus límites y que están dispuestos a innovar, que es lo que buscamos reconocer con el premio”, resume.

Cultura y comunidad

Por otra parte, Hezem Idriss llegó a Chile para profundizar la conexión entre la cultu- ra, patrimonio y comunidad. A través de su trabajo en Qatar Museums, Idriss encabeza programas de voluntariado internacional que se enfocan en el desarrollo cultural con enfoque local. Justamente este año el programa “Years of Culture” toma a Chile como uno de los países para desarrollar una serie de intercambios con Qatar. “Queremos que los voluntarios qataríes trabajen directamente con comunidades chilenas, artistas, educadores, artesanos, porque no venimos con una mirada diplo- mática, sino desde un vínculo humano”, explica. Uno de los primeros destinos será Matanzas, donde realizarán talleres junto a mujeres recolectoras de algas, fotógrafos locales y jóvenes. Idriss también lidera el programa de voluntarios de Qatar Museums, que busca generar un espacio de confianza, creación y pertenencia. “El museo n o puede ser solo u n lugar de contemplación… debe ser un espacio vivo, que invite, abrace e inspire”, dice. “Hay algo profundamente educativo en la cultura: cuando alguien entiende el valor de su patrimonio, cuando lo conecta con su identidad, se vuelve un ciudadano más consciente, y eso sucede en Chile y también en Qatar”, agrega. Amaral e Idriss coinciden en que el cambio no vendrá solo con tecnología o fondos. Lo que transforma es la capacidad de escuchar, colaborar y confiar. Eso sí, creen que hay una apuesta clara por modelos que integran lo educativo, cultural y comunitario como una sola vía de desarrollo. “Si olvidamos el pasado, no hay futuro”, dice Idriss. “Pero si unimos conocimiento, tecnología y comu- nidad, hay un camino”, añade.