3 de Marzo de 2025
Por Urwa Naeem, Ana María Raad, Claudia Hui y Modupe (Mo) Olateju
25 de febrero de 2025
Imaginemos un escenario hipotético: Una oficina regional de educación ordena la integración del Aprendizaje Basado en Proyectos al currículo escolar, pero no ofrece oportunidades de actualización profesional, horas extras de planificación ni recursos pedagógicos para rediseñar la labor docente. En el mismo distrito, una ONG implementa un programa extracurricular de habilidades socioemocionales, pero sin conexión con el currículo escolar. Mientras tanto, en un distrito vecino, una iniciativa de aprendizaje digital entrega tablets a las escuelas, aunque muchas no tienen conectividad confiable para usarlas.
Esta desconexión entre prioridades educativas, intervenciones aisladas y realidades locales hace más desafiante el esfuerzo de los actores educativos por dotar a niños y jóvenes de las habilidades necesarias para un mundo en constante cambio. A menos de cinco años de que se cumpla el plazo de la Agenda 2030, la investigación indica que la fragmentación del sistema se ha profundizado, afectando la coherencia política y la integración institucional. Esta fragmentación impacta especialmente a los sectores más vulnerables, dejando aún más rezagados a los estudiantes de contextos desfavorecidos, precisamente en un momento en que el desarrollo de habilidades integrales no es solo una ventaja, sino una necesidad para la participación significativa en sus vidas, en sus comunidades y en el mundo.
El abordaje de estos desafíos interconectados requiere que los actores del ecosistema educativo se enfoquen colectivamente en la transformación del sistema, poniendo atención a la diversidad de conocimientos, con una comprensión profunda del contexto y una sólida colaboración. Estos actores pueden ser jóvenes, docentes, familias, investigadores, académicos, formuladores de políticas, financistas y otros, capaces de reconfigurar relaciones entre el sector público y privado, en contextos locales y globales.
En este artículo exploramos cómo la Red para la Transformación de Sistemas Educativos (NEST) impulsa la investigación colaborativa y fomenta la capacidad, el compromiso y la cohesión (las “3 C”) de los actores del sistema educativo. Su objetivo es catalizar la transformación educativa y garantizar que los jóvenes tengan oportunidades de aprendizaje pertinentes y adaptadas tanto a los contextos locales como a los desafíos globales.
Desafíos de los sistemas fragmentados
Cuando los distintos componentes del sistema educativo operan de manera aislada, las prioridades se fragmentan: se duplican los esfuerzos, los recursos se asignan ineficientemente, los sistemas de evaluación del aprendizaje se desconectan del desarrollo curricular y la formación docente deja de responder a las necesidades reales del aula. Los silos reducen aún más la escalabilidad y la relevancia intersectorial de las innovaciones, lo que puede generar prácticas desconectadas y limitar la capacidad del sistema para sostener una transformación continua.
En Pakistán, por ejemplo, la investigación sugiere que la fragmentación y la falta de coordinación en el sistema educativo son algunos de los factores complejos que complican los resultados educativos. Actualmente, el país cuenta con 26,09 millones de niños fuera de la escuela, lo que se considera la cifra más alta del mundo. Esta situación se agrava aún más debido a un alarmante nivel de pobreza de aprendizaje, lo que intensifica la crisis educativa en curso. De acuerdo con el Informe del Índice de Desempeño Educativo Distrital 2023, publicado en 2024 por el Ministerio de Planificación, Desarrollo e Iniciativas Especiales, todos los distritos—excepto Islamabad—fueron categorizados con un desempeño medio o bajo, lo que pone en evidencia los desafíos sistémicos en los resultados de aprendizaje y en la prestación de servicios educativos.
En Chile, por otro lado, diversas iniciativas de innovación educativa, operando dentro del sistema público, han demostrado mejorar el desarrollo de un amplio rango de habilidades de los estudiantes. Investigaciones de la Fundación Reimagina y la red Efecto Colectivo identificaron más de 100 iniciativas de organizaciones sin fines de lucro trabajando actualmente en el sistema educativo chileno. Además, aproximadamente el 37% de la inversión filantrópica en Chile se destina a la educación. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la desconexión estructural entre actores clave y la falta de coordinación continúan siendo barreras significativas para la transformación del sistema educativo. Esta fragmentación limita el impacto colectivo deseado y socava el potencial de cambio real.
Superando la fragmentación: la importancia de una agenda común
Tanto en Pakistán como en Chile, el problema no es tanto la falta de recursos o de iniciativas, como la necesidad de una reconceptualización esencial sobre la manera en que los actores educativos colaboran, alinean sus objetivos y miden el éxito para crear cambios duraderos. Se requiere un cambio desde la fragmentación y el aislamiento hacia la colaboración y la colectividad, en torno a una agenda compartida. Este proceso desafía frecuentemente las dinámicas tradicionales, para reimaginar otras nuevas.
Las redes globales y regionales han emergido como plataformas clave para el cambio sistémico, promoviendo colaboraciones dinámicas. Un buen ejemplo es Aprendo En Casa, iniciativa regional creada para promover las habilidades del siglo XXI mediante la colaboración de más de 80 organizaciones públicas y privadas de América Latina. Esta red se apoya en las fortalezas de diversos actores, asegurando que las iniciativas sean complementarias en lugar de competitivas. Y esto no es una tarea fácil.
La confianza y la responsabilidad mutua ayudan a establecer la base para alinear a diversos actores, permitiéndoles desarrollar una comprensión compartida de los componentes del sistema y comprometerse con objetivos comunes. Este proceso genera un ciclo que, con el tiempo, puede profundizar aún más las relaciones y fortalecer la colaboración en el tiempo, a nivel sistémico. La definición clara de metas y la planificación estratégica también son fundamentales para crear y mantener el impulso necesario para un cambio sistémico. Asimismo, el fortalecimiento de la colaboración multisectorial y la planificación conjunta facilitan la generación de soluciones inclusivas que no solo consideran las necesidades específicas de cada grupo, sino que también abordan las causas profundas de la fragmentación a través de la negociación y el compromiso colectivo.
El caso de Pakistán
Colaborando para una transformación educativa significativa en las jurisdicciones locales, la Coalición Pakistaní por la Educación (PCE) ha establecido, durante las últimas dos décadas, una amplia red que abarca 65 distritos y 1.500 consejos locales, con el objetivo de generar conciencia y unificar las demandas de los actores educativos en distintos sectores y niveles.
A través de diálogos respaldados por evidencia e iniciativas colaborativas, la PCE ha impulsado esfuerzos para institucionalizar la educación de calidad como un mandato legal para todos los niños y jóvenes, en cumplimiento del Artículo 25A de la Constitución de Pakistán y del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4.
La PCE busca fortalecer las comunidades locales, aumentando su conocimiento sobre sus derechos constitucionales y asegurando que sus voces sean escuchadas en los espacios de formulación de políticas de alto nivel. Su trabajo se enfoca en promover agendas de incidencia que incluyan las voces de los grupos marginados a nivel distrital. Las alianzas multisectoriales sólidas, tanto a nivel comunitario como nacional e internacional, ayudan a la PCE a unificar los compromisos de los actores del sistema educativo para fortalecer las reformas que prioricen la inclusión, la accesibilidad y el aprendizaje a lo largo de la vida para todos.
Durante los últimos 15 años, la PCE ha organizado una convención anual que reúne a todos sus miembros —desde las comunidades locales hasta los responsables de políticas, expertos, académicos y jóvenes. Este evento dura una semana e incluye una combinación de sesiones de fortalecimiento de capacidades, plenarias, debates y encuentros liderados por jóvenes sobre desafíos emergentes, integrando diversas perspectivas en agendas estratégicas y de incidencia orientadas a la acción.
El caso de Chile
En Chile, Efecto Colectivo es una alianza colaborativa que reúne a organizaciones de los ámbitos académico, gubernamental, filantrópico y de la sociedad civil para codiseñar soluciones que aborden los desafíos locales de aprendizaje. Mediante la aceleración y expansión de programas educativos cuya efectividad ha sido probada, busca ampliar la capacidad colectiva para repensar, rediseñar y mejorar el sistema de educación pública chilena.
Esta coalición se basa en el principio de que el núcleo pedagógico —las relaciones profundas entre docentes, estudiantes y recursos pedagógicos— es la palanca clave del cambio. En lugar de centrarse en esfuerzos aislados, Efecto Colectivo trabaja para alinear a comunidades, formuladores de políticas y educadores, con el objetivo de enfrentar desafíos sistémicos, promover una educación transformadora y lograr un impacto colectivo.
Identificando el valor del conocimiento y las capacidades locales, la iniciativa se propone fortalecer y catalizar capacidades tanto a nivel escolar como intermedio (incluyendo el gobierno regional), para fomentar la escalabilidad y un impacto duradero.
A través de una colaboración profunda, los gobiernos locales, el Ministerio de Educación, la UNESCO y más de 5.500 docentes en 12 regiones ya participan en esta iniciativa, para crear una transformación educativa sostenible y significativa en todo el país, y garantizar que las innovaciones y soluciones respondan a las necesidades del mundo real, y al mismo tiempo, sean escalables a nivel nacional.
Resumen
A medida que los sistemas educativos enfrentan desafíos globales cada vez más complejos, que van desde catástrofes climáticas y crisis alimentaria hasta la era de la desinformación y la inteligencia artificial, el camino que tenemos por delante exige más que la excelencia individual: requiere sabiduría colectiva y acción coordinada para una transformación sistémica. Al articular una agenda compartida y alinear actores clave, podemos desarrollar ecosistemas educativos más capaces, comprometidos y cohesionados, que trabajen hacia el objetivo común de dotar a niñas, niños y jóvenes con habilidades, capacidades y actitudes relevantes para un mundo en constante cambio.