6 de Febrero de 2025
Por Urwa Naeem, Alejandra Ycaza, Claudia Hui y Modupe (Mo) Olateju
5 de febrero de 2025
A pesar de representar el 16% de la población mundial, los jóvenes siguen estando en gran medida excluidos de la transformación de los sistemas educativos, cuyos puntos fuertes y deficiencias conocen de primera mano. En 2020, la Oficina de Juventud de las Naciones Unidas informó que menos del 3% de los responsables políticos son menores de 30 años, y menos del 1% son mujeres. Esta exclusión sistemática de la toma de decisiones refleja y perpetúa las desigualdades educativas, ya que quienes se ven más afectados por los desafíos educativos son precisamente aquellos que están excluidos de las conversaciones. Los datos recientes muestran que alrededor de 251 millones de niños y jóvenes en todo el mundo no van a la escuela, y que el 70% de los niños menores de 10 años, en su mayoría provenientes de países de ingresos bajos y medios, no puede comprender textos adecuados a su edad. Además, el 33% de los niños y jóvenes en edad escolar en países de bajos ingresos está fuera del sistema escolar, en comparación con solo el 3% en países de altos ingresos. Solo el 13% de la población más pobre completa la educación secundaria inferior, frente al 70% de la población más rica, lo que devela una crisis que se ha agravado significativamente desde la pandemia.
Los sistemas educativos, limitados por jerarquías y políticas desconectadas, luchan por adaptarse a los rápidos cambios globales. Si bien los jóvenes necesitan desarrollar una amplia gama de habilidades para desenvolverse en un mundo en constante evolución, los sistemas actuales operan bajo la percepción predominante de que los jóvenes son meros consumidores pasivos del conocimiento, fallando en cumplir sus compromisos con ellos. Dado que los jóvenes viven la experiencia del sistema educativo tanto en calidad de beneficiarios como de contribuyentes, están en una posición única para colaborar en la transformación educativa. Sin embargo, estos beneficios no se han materializado porque los jóvenes no están incluidos de manera sistemática. En este artículo, exploramos qué significa —y qué no— la “inclusión juvenil” en la investigación y la práctica, y cómo los miembros de la Red para la Transformación de los Sistemas Educativos (NEST, por sus siglas en inglés) están trabajando juntos para comprender el papel crítico de la voz y el compromiso de los jóvenes en los procesos de investigación y práctica de la red.
Más allá de la representación simbólica
La educación es una poderosa herramienta para el desarrollo. Sin embargo, a pesar de los avances prometedores en los últimos años, el sector del desarrollo no ha logrado convertir sus aspiraciones de inclusión, autonomía y participación juvenil en resultados tangibles. Las arraigadas aproximaciones históricas a la educación siguen dando forma a las prácticas contemporáneas, tratando a menudo a los jóvenes como receptores pasivos del conocimiento y viéndolos como “pizarras en blanco” que deben llenarse con el conocimiento que los adultos consideran apropiado. Esta perspectiva ignora sus experiencias de vida y puntos de vista fundamentales, sin reconocer que son, en muchos casos, expertos en sus propias vidas.
Un patrón se ha vuelto recurrente: se invita a representantes juveniles a reuniones de alto nivel, se les asignan roles limitados para hablar y se les menciona en documentos, pero sus perspectivas son frecuentemente ignoradas, malinterpretadas o descartadas, sin llegar a influir en las decisiones políticas finales. Esta brecha entre la representación simbólica y la inclusión significativa de las voces juveniles no solo desperdicia oportunidades para escuchar opiniones críticas, sino que también corre el riesgo de reducir la participación juvenil transformadora a un mero trámite formal.
Superar las gestiones simbólicas requiere que investigadores, formuladores de políticas y profesionales reimaginen cómo los sistemas educativos pueden crear caminos genuinos para que las voces juveniles sean el centro de la conversación. Por ejemplo, avanzar hacia un modelo de aprendizaje más participativo y coconstructivo permitiría que los jóvenes sean colaboradores activos en su educación en lugar de meros receptores. Un enfoque así puede fomentar el desarrollo de una variedad de habilidades, ya que fortalece la capacidad de los jóvenes para el pensamiento crítico, la negociación, el trabajo en equipo y el liderazgo. Esto les brinda la oportunidad de transformar sus propias vidas, sus comunidades y los sistemas educativos en general.
Hacia una comprensión en red del compromiso juvenil
El compromiso significativo de los jóvenes no se trata sólo de incluir sus voces, sino de escuchar genuinamente, reconocer, validar y actuar en consecuencia. Ejemplos de iniciativas, movimientos y organizaciones dirigidas por jóvenes en todo el mundo, desde #FeesMustFall en Sudáfrica hasta el Consejo Juvenil de Helsinki, ya han demostrado la capacidad de los jóvenes para generar cambios en los sistemas cuando movilizan acciones colectivas y crean plataformas de influencia. Sin embargo, estos casos también ponen de manifiesto la necesidad de mecanismos más formales, como procesos continuos de monitoreo y evaluación, así como estructuras de rendición de cuentas, para garantizar que las voces de los jóvenes sean genuinamente consideradas y canalizadas hacia la transformación de los sistemas educativos.
En este contexto, la Red para la Transformación de los Sistemas Educativos (NEST) está explorando este desafío a través de su grupo de descubrimiento de Voz y Compromiso Juvenil (YV&E, por sus siglas en inglés).
Desde octubre de 2023, un subconjunto de miembros de NEST ha estado trabajando para documentar y analizar los enfoques de la red respecto al compromiso juvenil en la investigación y la práctica. Un marco clave que orienta el trabajo del grupo es la “Escalera de Participación” de Roger Hart, una herramienta fundamental que muestra las diferentes etapas de la participación juvenil, desde la más superficial hasta la más significativa, y que puede aplicarse tanto a contextos locales como globales. Al reconocer la adaptabilidad y aplicabilidad de este marco a diversas realidades, el grupo de YV&E lo está utilizando como una guía estratégica para ayudar a los sistemas educativos a trascender la inclusión juvenil simbólica y avanzar hacia un modelo en el que los jóvenes tengan una verdadera capacidad de decisión como co-líderes y colaboradores en la investigación, la formulación de políticas y la práctica educativa.
Progreso actual y próximos pasos
Durante los próximos seis meses, el grupo de YV&E desarrollará un documento de trabajo que detallará los procesos de NEST en materia de compromiso juvenil. Ya han comenzado a recopilar datos de la red mediante encuestas a organizaciones miembros, documentando sus prácticas y experiencias en torno a la participación juvenil. Los hallazgos de esta investigación servirán para informar el documento y ayudar a comprender el estado actual del compromiso juvenil dentro de la red.
Nuestro camino apenas comienza. Sigue atento a esta serie de artículos para conocer más sobre nuestros descubrimientos e ideas. El futuro de la educación depende de quienes la heredarán: nuestros jóvenes. Por lo tanto, la participación significativa de los jóvenes en la investigación, la formulación de políticas y la práctica educativa no es una opción, sino una necesidad.
Autores
• Urwa Naeem – Oficial senior de programas, Coalición por la Educación de Pakistán
• Alejandra Ycaza – Líder de desarrollo institucional, Fundación REimagina
• Claudia Hui – Analista de investigación, Economía Global y Desarrollo, Centro para la Educación Universal
• Modupe (Mo) Olateju – Investigadora, Economía Global y Desarrollo, Centro para la Educación Universal
Fuente: Brookings