2 de Julio de 2024
Estamos viviendo un momento de desafíos importantes a nivel global, sobre todo en educación, que hacen más necesario que antes trabajar colaborativamente. A continuación ofrecemos el resumen de algunas de las ideas tratadas en una entrevista realizada a Ana María Raad, en el marco de un ciclo de conversaciones organizado por el diplomado de Trabajo Colaborativo y Portafolio Docente de la Universidad San Sebastián (USS).
Ana María Raad es antropóloga, directora de Fundación Reimagina, fundadora de Aprendo en Casa y actual presidenta del consejo asesor de Efecto Colectivo. En la ocasión, conversó con Francisca Petrovich, experta en educación y docente de la USS.
La ausencia de fórmulas para el trabajo colaborativo, y la necesidad de poner los desafíos antes que la solución, fueron algunos de los tópicos abordados en la conversación. La primera fórmula para implementar el trabajo colaborativo según Ana María Raad es la ausencia de fórmulas, al menos en el sentido estricto. Se requiere flexibilidad para aplicar soluciones diferentes a las necesidades que aparezcan.
Dicho lo anterior, la experiencia profesional llevó a Ana María a tomar determinados caminos: “Lo que siempre ha existido es una necesidad explícita, y a partir de aquí hay que poner los desafíos por delante, antes que la solución. En la pandemia, por ejemplo, nos quedamos sin acceso a las salas de clase y así creamos una alianza colaborativa a nivel latinoamericano con Aprendo en Casa. Pero también me ha tocado enfrentar otros desafíos, como brindar apoyo a organizaciones que ya están innovando, para que sean capaces de escalar sus procesos, que es lo que hace Efecto Colectivo.
Cuando hay metas claras: el ejemplo de Aprendo En Casa
El trabajo colaborativo se pone más fácilmente en marcha cuando hay metas claras, y un buen ejemplo es el caso de la plataforma aprendoencasa.org. “Lo que nos pasó es que estaba claro que teníamos que llegar rápidamente con recursos, estrategias y apoyos a docentes que no estaban al interior de la sala de clases. Eso movilizó a todo un ecosistema. De hecho, el desafío que tenemos hoy día es, una vez que eso se resolvió relativamente, porque volvimos a la sala de clases: ¿cómo mantenemos esa fuerza común? Por supuesto que estamos en proceso de transformar ese sentido común hacia un desafío avanzado que es mantener la colaboración. Y para eso necesitamos acciones muy claras, es decir, vamos a poner un esfuerzo. Normalmente la colaboración implica trabajo, tiempo, dedicación y eso tiene un resultado cuantificable.
Nadie sobra a la hora de impulsar cambios sistémicos en educación
También hay necesidades muy explícitas que tienen que ver con apoyar los cambios sistémicos que muchas veces son propuestos por las políticas públicas pero que requieren del apoyo de la sociedad civil. Lo que tienen en común estos cambios es la claridad de que no se pueden resolver aisladamente. Requieren miradas distintas, implicar a las distintas voces que conforman el sistema: el mundo público, privado y la sociedad civil. Por eso debemos trabajar en aquello que es común a esa diversidad. Ningún cambio se puede lograr con un solo factor. “Son desafíos complejos, y aquí nadie sobra; no es un hilo que uno tira para desenredar la madeja, es un problema más complejo, tal como lo son los problemas de la educación en general”.
La colaboración y la innovación son más necesarias a la vista de los problemas de hoy
“Hay un momento global, no somos solo nosotros, nos estamos enfrentando a desafíos mayores que requieren otra forma de entrar, y ahí la innovación va muy de la mano de la colaboración. O sea, pasamos por una educación como la que tuvimos en pandemia, y también como la que tenemos ahora, post pandemia, con unas brechas enormes, con niveles de violencia excepcionales y a su vez en un mundo muy cambiante”.
Se necesita más que voluntad para trabajar colaborativamente
La voluntad es necesaria para comenzar a trabajar colaborativamente, pero es insuficiente, Necesitamos mecanismos de apoyo a esa voluntad, necesitamos una agenda, un foco al cual apuntar esa voluntad, o sea, un trabajo sistemático. El trabajo colaborativo puede fallar si se pierde el norte.
La confianza es un factor clave
Las cosas dejan de funcionar cuando se pierde la confianza. Se puede mantener una colaboración solamente basada en la confianza; la confianza en que aquello que estoy entregando es valorado, al tiempo que valoro aquello que me están entregando a mí también. Cuando se tienen reglas claras es posible dejar de lado la competencia, porque podemos estar tratando de llegar todos a un mismo territorio, a un mismo Servicio Local de Educación Pública, a una misma política, pero cuando tenemos claro cuál es nuestro rol colaborativo y por qué, dejamos de competir para hacer algo mayor, eso funciona.
Qué condiciones debe tener un líder en educación del siglo XXI
Respecto a los desafíos actuales, los líderes necesitan disponer de una mirada en 360 grados, aunque no sean expertos en todo, para mirar el desafío educativo en los distintos niveles, ya sea que actúen en la sala de clases como profesores, o en la escuela como directivos. Los líderes tienen la capacidad de reconocer sus fortalezas pero también dónde necesitan apoyo, y saben buscar ese apoyo. Lo he conversado al interior de Reimagina con los líderes de los proyectos seleccionados en Efecto Colectivo, y veo en ellos y ellas una disposición a recibir ayuda, o sea hay un genuino interés. Fue algo que evaluamos en el proceso de selección a través de dinámicas de observación entre pares. Observamos, por ejemplo, la capacidad de dejar un poco las posiciones de poder para escuchar al otro o la otra, para construir sobre lo que estaba proponiendo. Los líderes son flexibles, no temen abordar formas o metodologías no están diseñadas; entonces evidentemente se adaptan mejor, y a la vez, aunque tienen un fuerte componente técnico, están dispuestos a aprender de otros, eso lo veo y en lo personal lo he ido aprendiendo. Y con lo de la mirada en 360 grados me refiero a asumir, en la medida en que vas conociendo a los diferentes actores, sus perspectivas, a reconocer sus intereses y a ponerte a su disposición. Si quiero lograr una estrategia con otro, tengo que conocer si le resulta útil o no. Es la diferencia entre concebir un proyecto y después proponérselo al sostenedor, o partir de su necesidad para proponer algo que sintonice con ella. Eso también fue algo que incorporamos en Efecto Colectivo. Les pedimos a las organizaciones que nos propusieran fórmulas para co crear el proyecto con sus destinatarios; no estábamos buscando insertar proyectos en el mundo de la educación o en un colegio, que vinieran desde afuera, sino que desde ahí, desde el trabajo con los profesores, con los directivos, queríamos saber qué podían proponer ellos con su experiencia. Entonces mirar en 360 grados es ponerse en los pies del estudiante, el profesor, el sostenedor, el diseñador de la política pública, los medios de comunicación. Eso requiere más apertura, sin perder de vista las dificultades. Porque si me quedo en la conversación con todo el mundo y olvido que mi proyecto tiene que impactar en temas muy específicos, es difícil. Pero los líderes en educación conocen esa cancha, entran y salen, tienen la posibilidad de reconocer el contexto y también de navegar y avanzar desde el propio proyecto.
Accede al video de la entrevista –> Charla USS: Trabajo colaborativo y portafolio docente